"Mi santidad envuelve todo lo que veo".
De mi santidad procede la
percepción del mundo real. Habiendo perdonado, a mí y al mundo, ya no me
considero culpable. Puedo aceptar la inocencia.
"Mi santidad bendice
al mundo.". La percepción de mi santidad hace que yo y todo lo que veo
sea incluido en la luz. A medida que reconozco mi santidad, la del mundo
se alza resplandeciente.
"No hay nada que mi santidad no pueda
hacer". El poder curativo de mi santidad es ilimitado, tal como su
poder. Sólo me tengo que salvar de las ilusiones, que son falsas ideas
acerca de mí, y mi santidad las desvanece al afirmar lo que en verdad
soy.
"Mi santidad es mi salvación.". Ella me absuelve de toda culpa.
Reconocerla es reconocer mi salvación, y entonces nada podrá
atemorizarme. Así todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo
que me hizo Dios a mí y al mundo.
"Soy bendito por ser un Hijo de
Dios.". En esto reside mi derecho a lo bueno; me pertenece porque así lo
quiso Dios. Él me sustenta, me protege me dirige y me cuida en todo.
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