"No dejes que me olvide de mi función."
Tengámoslo presente por la
mañana, por la noche y a lo largo del día. Hoy preparémonos a recordar
que todas las decisiones que tomemos, son simples: te conducen a la
felicidad o a la infelicidad; ésta es la única elección que el Espíritu
Santo ve. Practiquemos con estos pensamientos: "No dejes que me olvide
de mi función. No dejes que trate de sustituir la que Dios me dio por la
mía. Déjame perdonar y ser feliz."
Una de las sesiones hagámosla de
10 a 15 min. En las sesiones cortas, repasá estos pensamientos por
varios minutos, pensá en ellos y nada más. Si te resulta difícil, volvé a
repetir la idea de hoy. Algunas veces, hacé las sesiones cortas con
ojos cerrados, y otras, luego de repetir la frase de hoy, abrí los ojos y
mientras mirás a tu alrededor, repetí para vos: "Este es el mundo que
es mi función salvar"
Esta idea es sólo otra manera de decir "no me
dejes caer en la tentación". El propósito del mundo que ves es nublar tu
función de perdonar, y proveerte de una justificación por olvidarte de
ella. Es asimismo la tentación de abandonar a Dios y Su Hijo, ya que
esto es lo que los ojos del cuerpo ven; y nada de lo que ven puede ser
sino una tentación. Pero el Espíritu Santo tiene otro uso para todas las
ilusiones que hemos forjado. En ella, el mundo es el lugar donde
aprendemos a perdonarnos, convirtiendo a la apariencia física en nuestra
salvación.
Sólo desempeñando la función que Dios nos dio, podemos
ser felices. Tu función es ser feliz, valiéndote de los medios por los
cuales la felicidad es inevitable. Al elegir entre desempeñar o no tu
función, estás eligiendo ser o no feliz.