"Mi única función es la que Dios me dio."
Reserva hoy (y durante los
próximos días) 10 a 15 min para una sesión de práctica larga, en la que
trates de entender el real significado de la idea de hoy, que pone en
tus manos la llave que abre la puerta a la paz. Tratá de que las
sesiones largas (de hoy y días siguientes) sean siempre a la misma hora,
y tratá de fijarla de antemano y luego cumplirlo. La intención es
planificar el día reservando un tiempo para Dios. Comenzá repitiendo la
idea, luego cerá los ojos y fijate qué pensamientos aparecen, y si
aportan u obstaculizan la idea de hoy. En este caso, decite "este
pensamiento refleja un objetivo que me está impidiendo aceptar mi única
función". Cuando ya no surjan pensamientos, decite: "Que en esta tabla
rasa quede escrita mi verdadera función ." Luego repetí la idea de hoy y
buscá pensamientos afines.
En las sesiones cortas, que deben hacerse
una vez por hora por lo menos, usá el siguiente modelo: "Mi única
función es la que Dios me dio. No quiero ni tengo ninguna otra". Algunas
veces cerrá los ojos, y otras mirá a tu alrededor mientras lo repetís.
La
idea de hoy reafirma tu compromiso con la salvación, y te recuerda que
no tenés otra función salvo ésa. Ambos pensamientos son necesarios para
un compromiso total, y para poder renunciar a las demás metas que nos
hemos inventado. Ésta es la única manera en que podemos encontrar paz.