"Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad". 
 Todas mis 
esperanzas y planes parecen estar a merced de un mundo que no puedo 
controlar, donde acechan el dolor, la muerte, la desdicha. Sin embargo, 
la seguridad perfecta y la plena realización son mi herencia; y mis 
pensamientos reales me la mostrarán porque Dios la resguardó para mí
"Por
 encima de todo, quiero ver". Al reconocer que lo que veo es un reflejo 
de lo que creo ser, me doy cuenta de que mi mayor necesidad es la 
visión. Si voy a recordar quién soy, es primordial que abandone una 
imagen temerosa de mí mismo; y a medida que esta imagen sea reemplazada 
por la verdad, se me concederá la visión. Así contemplaré al mundo y a 
mí con claridad y amor.
"Por encima de todo, quiero ver las cosas de 
otra manera". El mundo que veo mantiene la imagen que forjé de mí mismo y
 mantiene su vigencia. Mientras lo siga viendo, la verdad no puede 
alborear en mi conciencia. Dejaré que se abra la puerta que está más 
allá de este mundo, para poder ver el mundo del Amor de Dios.
"Dios 
está en todo lo que veo " Tras cada imagen que forjé, se halla la 
verdad: mi voluntad unida a la de Dios. Dios sigue estando en todas 
partes y en todas las cosas eternamente, y nosotros, por ser parte de 
Él, reconoceremos la verdad que yace más allá de las apariencias.
"Dios
 está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente." Oculto por mis 
pensamientos de separación y ataque, está el conocimiento de que todo es
 uno eternamente. Yo no perdí el conocimiento de quién soy por haberlo 
olvidado; ha sido resguardado para mí en la mente de Dios. Y yo soy uno 
con Él.