Hay una historia sobre un hombre que tenía un yerno, un increíble 
erudito de la espiritualidad a quien la gente reverenciaba como un alma 
elevada y como un ser humano justo.
            
Una semana, este erudito se estaba quedando junto a su esposa y a su 
bebé pequeño en casa de su suegro. En la mitad de la noche, el bebé 
comenzó a llorar con todas sus fuerzas y el suegro bajó corriendo las 
escaleras para estar con él. Mientras el anciano caminaba hacia el 
cuarto del niño, pasó al lado de su yerno quien parecía completamente 
ajeno al llanto del infante. 
“¿Por qué no fuiste a atender al bebé?”. preguntó el suegro.
“Bueno”, dijo el joven, “estoy estudiando ahora y estoy en el medio de una importante conexión. Iré en pocos minutos”. 
Su suegro de detuvo un momento. Luego, calmado pero contundentemente, le
 dijo: “si tu estudio te consume tanto como para que no puedas escuchar 
el llanto de un niño, entonces no vale de nada”. 
¿Cuál es el punto de esta historia? Bueno, a menudo nos encontramos en 
una posición en la que hacemos excusas para nuestras acciones. Estamos 
muy ocupados. Estamos muy involucrados con nuestro propio trabajo, 
nuestro propio interés, nuestros propios problemas. Pero la verdad es 
que si lo que hacemos en términos de estudio, en términos de nuestras 
personalidades, en término del menor detalle de nuestras vidas, nos 
impide estar presentes para los otros, entonces necesitamos revisarnos y
 examinar nuestras prioridades.  Muchas veces nos llenamos con nuestro 
ego y nuestra posición en la vida en vez de llenarnos con Luz y energía.
 Todos tenemos ego (de hecho, si no tuviéramos ego, no estaríamos vivos)
 pero es este tipo de ego en particular el que hace la diferencia entre 
llenarnos con energía positiva, la cual es Luz, y llenarnos a nosotros 
mismos con nosotros mismos. 
Lo que podemos aprender a partir de esta historia del joven erudito y su
 suegro es esto: Sí, es verdad, tenemos cosas que debemos hacer. Estamos
 todos ocupados con nuestras propias vidas. Estamos ocupados con 
nuestros negocios, nuestros propios lugares. Tenemos obligaciones y 
responsabilidades que son importantes, no me malinterpretes. Estudiar y 
aprender es crucial para nuestro crecimiento espiritual, y cada uno de 
nosotros ciertamente tiene un trabajo que hacer en este mundo. Sin 
embargo, si nos volvemos tan ocupados que bloqueamos las cosas y a las 
personas a nuestro alrededor a las que podemos ayudar, por las cuales 
podemos hacer algo, entonces tal vez necesitamos reevaluar lo que 
estamos haciendo y colocarlo en perspectiva.
  
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Karen Berg
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