jueves, 12 de abril de 2012

Lección 136

"La enfermedad es una defensa contra la verdad."
Nadie puede sanar a menos que comprenda que el propósito de la enfermedad no tiene sentido, por tanto es imposible que exista. La enfermedad no es un accidente; al igual que toda defensa, es un mecanismo de auto-engaño, para ocultar la realidad. Las defensas no son involuntarias ni inconscientes; surgen cuando la verdad parece amenazar lo que preferís creer. ¿Quién sino uno decide creer que existe una amenaza, que es necesario escapar, y por ello se arma de defensas contra la amenaza que juzga como real? Pero uno olvida rápidamente su papel en la fabricación de su realidad. Reconocer nuestro papel, recordando lo que olvidamos, implica reconsiderar la decisión que creó la enfermedad.
Las defensas toman fragmentos de la totalidad para tejer ilusiones y es este proceso lo que produce sensación de amenaza. Te identificas con el cuerpo, que puede hacerte sufrir y sentir dolor, y así el cuerpo es más fuerte que la verdad: que sos algo más que un puñado de polvo. Pero Dios y sus leyes permanecen inmutable ante las leyes en las que creés: las defensas son planes para derrotar lo que no puede ser atacado: lo inalterable no puede cambiar, y lo impecable no puede pecar. Esta es la verdad. Sólo desea brindarte felicidad, porque ese es su propósito. La verdad se puede encontrar en cualquier momento, sólo con que decidas darle la bienvenida.
Sesiones largas: En 2 ocasiones, dedicaremos 15 minutos a pedirle a la verdad que venga y nos libere. Vendrá, porque nunca estuvo separada de nosotros: sólo espera nuestra invitación. Introduciendo una invitación a la curación, decí: "La enfermedad es una defensa contra la verdad. Aceptaré la verdad de lo que soy, y dejaré que mi mente sane hoy completamente".La curación vendrá a medida que la paz y la verdad reemplacen la contienda e imaginaciones vanas. El cuerpo sana porque la fuente de la enfermedad, la mente, está dispuesta a recibir alivio. Esto elimina los límites que habías impuesto al cuerpo, el que tendrá suficiente fuerza para todo lo útil.
Sesiones cortas: Permanecé alerta: si permitís que tu mente tenga pensamientos de ataque, o juzgue o trace planes, te habrás vuelto a extraviar. Remedialo de inmediato, diciendo: "Olvidé lo que realmente soy, pues me confundí a mí mismo con mi cuerpo. La enfermedad es una defensa contra la verdad, mas yo no soy un cuerpo, y mi mente es incapaz de atacar. Por lo tanto, no puedo estar enfermo".

Ángel MELAHEL

Jueves, 12 de abr de 2012
Descripción 
La energía que debemos utilizar el 12 de abril se llama Melahel y lleva el número 23. 
Parece que estará en tus manos la posibilidad de tomar la iniciativa para poder acabar con algunos achaques que suponen una molestia aunque sin llegar al grado de enfermedad. 
Posiblemente la vida sitúe ante tus ojos las pistas necesarias para que des con la causa. 
Pero resultará menos sencillo de lo que esperabas porque se verán envueltas tus emociones, lo cual hará que te cueste ver con claridad, pero si perseveras en tu empeño, después de la primera capa todo se facilitará.
 
Plegaria: 
MELAHEL: Dios que libera de los males. 
El Eterno guardará tu salida y tu regreso, desde ahora y para siempre jamás. 
 MELAHEL: Permíteme, Señor, contemplar la eternidad en las cristalizaciones físicas de tu esencia. 
Permíteme ver, en los objetos materiales y en lo instituido, la expresión transitoria de tu divino acontecer. Quiero, Señor, participar en la elaboración de ese relato cósmico que tú escribes con las sucesivas oleadas de vida que propulsas al mundo. Inspira mi mente, 
Señor MELAHEL para que pueda sacar conclusiones generales de las observaciones particulares; 
para que todo, dentro de mí, se reconstruya según su orden natural y pueda aportar a los demás la imagen de tu divina armonía, 
a fin de que con ella reencuentren el ritmo perfecto en su organismo y se vea restablecida su salud. 
Dame poderes para ser aquel que, a través de ti, dé profundo y universal significado a las cosas, 
a los hechos, a las situaciones, a lo instituido, a lo que sólo es instante fugaz en tu sublime y eterno transcurrir.