Estos animalitos parecen estar un poco tristes. O por lo menos muy, muy serios.
Y es que…
Y es que…
Tal vez a esta ardilla no le alcanza con
saber muy bien cómo acaparar lo necesario para hacer frente a un largo
período de escasez. Es que la felicidad no depende de lo que tengamos
guardado, ni aunque se trate de una verdadera fortuna.
Quizás este monito sea el habitante más
inteligente de toda la selva, pero no se lo ve muy contento… La
inteligencia y la felicidad no van necesariamente de la mano.
La proverbial sabiduría del búho tampoco
parece conducir a la felicidad. Podemos creer que conocemos todas las
respuestas y todavía seguir preguntándonos cómo alcanzar la felicidad…
La seguridad de un refugio siempre
disponible y hecho a su medida, no parece garantizarle la felicidad a
esta tortuga. La seguridad no nos hace sentir felices, sino que es al
revés: la auténtica felicidad nos hace sentir seguros…
La capacidad de intimidar a los demás con
una mirada como ésta tal vez nos permita manipular a algunas personas.
Pero no contribuye precisamente a alcanzar la felicidad.
Y también podemos ser grandes conversadores y tener una vida social muy animada…
…o ser muy originales y llamar siempre la atención…
…o hasta podríamos llegar a conseguir que todo el mundo nos considere adorables… y aún así no sentirnos felices.
Es que la felicidad no depende de ninguna de
estas cosas. No tiene que ver con posesiones ni relaciones ni talentos.
Es un estado de plenitud que sólo podemos encontrar en nuestro interior,
el único lugar donde podemos descubrir, para luego compartir, el
auténtico amor.
Axel Piskulic
Las ilustraciones son de Fabo, un talentoso artista hondureño.