"No hay nada que temer".
Hoy haremos sesiones muy cortas, muy simples
y muy frecuentes, tan a menudo como podamos, y se recomienda que sean
con ojos cerrados, de alrededor de un minuto c/u.
Esta idea afirma
simplemente un hecho real. La presencia de miedo es señal de que estás
confiando en tu propia fortaleza. La conciencia de que no hay nada que
temer, indica que en algún lugar de tu mente, recordaste a Dios y
dejaste que Su fortaleza ocupe tu debilidad.