"No soy víctima del mundo que veo".
¿Cómo podría ser víctima de un mundo
que depende de mí para existir? Las puertas de la prisión están
abiertas. Nada me retiene en este mundo, sólo mi deseo de permanecer
aquí. Quiero renunciar a mis desquiciados deseos y caminar hacia la luz
del sol.
"He inventado el mundo que veo". Yo mismo creé la prisión en
la que me hallo, y con reconocerlo, quedaré libre. Me engaño a mí mismo
al creer que es posible aprisionar al Hijo de dios, y es un error que
quiero dejar de cometer, ya que el Hijo de Dios no puede sino ser
eternamente libre. Él se encuentra donde Dios quiere que esté, no donde
yo quise ponerlo.
"Hay otra manera de ver el mundo". Dado que el
propósito del mundo no es el que yo le asigné, tiene que existir otra
manera de verlo. Quiero contemplar el mundo tal como es, y verlo como un
lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad.
"Podría ver paz
en lugar de esto". Cuando vea el mundo como un lugar de libertad, veré
que refleja las leyes de Dios y no las que yo inventé. Y veré que la paz
mora en los corazones de todos los que comparten este lugar conmigo.
"Mi
mente es parte de la de Dios. Soy muy santo". A medida que comparto la
paz con mis hermanos, reconozco que brota de lo más profundo de mí
mismo. El mundo que contemplo queda iluminado con la luz de mi perdón, y
lo refleja de nuevo sobre mí. Así empiezo a comprender la santidad de
toda cosa viviente, incluyéndome, y su unidad conmigo.
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