Dmitry quería sacar una tarjeta de crédito, escaneó los contratos y le modificó los términos del servicio. Le sacó el límite y le puso una tasa de interés al 0% y explicitaba que en caso de que el banco no cumpla estas reglas debía pagar una multa de alrededor de u$s 90.000. Y si el banco decidía rescindir el contrato tenía que ponerse con u$s 200.000.
Tinkoff – el banco – aceptó (obviamente sin leer los términos) el contrato y le envío la tarjeta de crédito a Argakov. Ahí empezó la novela.
(Un contrato es un acuerdo entre 2 partes… que no se puede romper… que no se puede romper…)
Al parecer (esta es la parte que me llama la atención sobre cómo lo hizo) el ruso se avivó cambió los papeles en el momento de la firma y en el banco firmaron los contratos. Listo, el tipo se convirtió en un cliente preferencial y si quería, podía comprarse un Lamborghini en cuotas sin interés y el banco, calladito, pagar.
Por primera vez, al menos que yo recuerde, un tipo logró que un banco no haya leído la letra chica del contrato. Al principio y cómo es lógico bloqueó la tarjeta y cada vez que el usuario no podía usarla el banco era avisado legalmente. Desde el banco lanzaron un arsenal jurídico contra el cliente, denunciándolo por estafa. Sin embargo en primera instancia las cortes de ese país dictaminaron fallaron a favor del señor Argakov. Tinkoff había firmado el contrato y fue a la corte por no cumplirlo… “Firmaron los documentos sin leerlos, lo mismo que hacen muchos clientes que luego no cumplen, son intimados a través de la ley por los bancos y luego juzgados por la corte, esto es al revés”.
Debido a estos problemas legales, el ruso de 42 años demandó al banco por alrededor de u$s 7.000.000 por romper el acuerdo. Por su lado el millonario banquero ruso lo demandó por estafa.
Obviamente el título es bastante tendencioso con mi forma de pensar sobre los bancos, sufrí indirectamente del corralito y de muchas otras cosas con los bancos. Así que en parte me alegra que un ciudadano de los miles de millones del mundo se la haya puesto, y con calidad. Seguramente las cosas terminen mal para el cliente y bien para el poderoso, pero bueno, que fue un “Fuck the system”.
Me despido con una frase de Henry Ford:
“Es bueno que el pueblo no entienda el funcionamiento de nuestro sistema bancario, porqué, si esto ocurriera, creo que explotaría una revolución antes de mañana por la mañana”.
Vía: The Telegraph.
Humberto Rosario Díaz.
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