Se dice que cuando las personas iban a hacer un sacrificio en el
tiempo del Templo, entraban a través de una puerta pero se les pedía que
salieran a través de una diferente, no se les permitía salir por el
mismo camino por el que entraron. Ahora, este pequeño detalle tal vez
parezca insignificante o incluso sin sentido para nosotros. ¿Existía en
realidad una necesidad para otra puerta? Es decir, ¿No podía la gente
salir por donde había entrado?
La respuesta es no. Sabemos que de acuerdo a la Kabbalah,
existe una razón y un propósito para todo. Nada se hace “sólo por
hacerlo”. La razón por la que las personas entraban y salían a través de
puertas diferentes era porque no querían que la familiaridad matara el
entusiasmo de la acción que estaban haciendo, la realización del
sacrificio.
Este punto histórico aparentemente menor contiene un importante mensaje para nuestras propias vidas.
Muy a menudo, perdemos de vista la importancia del viaje que
realizamos cada día. Olvidamos o ignoramos la importancia de nuestras
relaciones. No vemos la belleza de estar conectados a algo más allá de
nosotros mismos. Nuestras idas y venidas diarias se vuelven tan
esperadas, tan mundanas, incluso tan aburridas que comenzamos a dejar de
pensar realmente en lo que estamos recibiendo a través del día. Y
comenzamos a dar por hecho a las personas, a las cosas y a las
situaciones.
Recientemente leí un artículo en el cual el autor, el actor
Mark Ruffalo, hacía un llamado de atención a nuestra falta de
apreciación por los recursos renovables con los que tenemos que trabajar
mientras lidiamos con la crisis energética actual. Él hablaba
específicamente sobre el viento, el agua y la luz solar (W.W.S. por sus siglas en inglés).
La verdad es que espiritualmente tenemos la tendencia a hacer lo mismo.
Atascados en nuestros hábitos y en nuestra rutina diaria, semanal y
mensual, olvidamos la inagotable fuente espiritual renovable que tenemos
al alcance de los dedos en todo momento.
Olvidamos que cuando despertamos cada mañana, hay un mundo
hermoso. En el minuto en el que colocamos nuestros pies en el suelo, se
abren nuestros ojos y podemos ver, hay un mundo hermoso. Ahora, podemos
pensar: “Espera un momento, ¿a qué te refieres con que es un mundo
hermoso? ¿No sabes que acabo de perder el contrato? ¿No sabes que me
estoy divorciando de mi esposa? ¿No sabes que hay tantas cosas terribles
ocurriéndome ahora mismo, que ni siquiera puedo contarlas?
La respuesta es sí, las cosas ocurren. Pero lo que
necesitamos internalizar es que la verdad es esta: estamos viviendo cada
día con un milagro desde el momento que abrimos nuestros ojos y
respiramos aire.
Cada día, se nos otorga otra oportunidad para redireccionar
nuestra conciencia para notar las cosas que son importantes. Cada día es
otra oportunidad para nosotros para hacer que otra persona sienta que
es importante en nuestra vida. Este es nuestro trabajo y la razón por la
que estamos aquí. ¿Por qué? Porque cuando podemos hacer que otros
sientan que son importantes, entonces también nosotros somos
importantes.
Cada uno de nosotros debe lidiar con su propio conjunto de
dificultades en su vida. Estas dificultades pueden ser la renta o la
hipoteca, un problema de negocios que tengamos que superar, o un millón
de asuntos personales (probablemente podríamos escribir una lista de que
duraría desde hoy hasta mañana). Sí, es verdad: todos enfrentamos
dificultades diarias. Pero también tenemos disponible siempre la energía
de la Luz que hemos capturado por nuestro voluntariado, nuestra
caridad, o la simple dignidad humana que acordamos hacia otras personas.
Esa es la Luz que existe todos los días. Nunca debemos perder el
entendimiento de que en nuestra vida existe la Luz.
La Luz es algo que se acumula, y mientras lo hace, saca
nuestra basura (ego, drogas, depresión, rabia, todas las formas de
negatividad) que está atascada en la cesta de nuestra vida. Pero la
verdad es que para remover aquellas cosas de la cesta, tenemos que
colocar algo de energía en ello. Pero esta energía no viene de un buen
trato de negocios, hacer dinero u obtener una nueva posición. La única
forma en que las cosas en nuestra vida se vuelvan productivas y
hermosas es si no tomamos unicamente de la vida sino que damos de vuelta —no sólo recibimos del universo sino que también tenemos algo que ofrecerle—.
La verdad es que la mayoría de nosotros estamos tan ocupados
que no nos damos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero
cuando estamos en este modo, cuando nuestra conciencia está siempre
enfocada en lo que podemos obtener o en cómo podemos producir o
construir más para nosotros mismos, entonces nuestra energía le está
diciendo al universo que no queremos formar parte de la gran rueda de la
vida. Nuestra energía está diciendo que queremos tomar solamente.
Es importante a veces recordar que cuando dejemos este
mundo, lo único que permanecerá con nosotros son las personas que nos
aman; las personas a las que les dimos y con las que compartimos; las
personas que se despertaron en la mañana y nos dijeron: “es por ti que
mi vida cambió para mejor, gracias”. Eso es todo lo que tendremos al
final de nuestra vida. No el negocio, no las amistades que están ahí
porque tienen que estar, no las relaciones que tenemos pero que
realmente no queremos pero necesitamos tener porque obtenemos algo de
ellas. Lo que tendremos al final son las personas que hemos amado y con
las que hemos compartido las cosas que hemos hecho para crear una Luz
constante que permita a nuestra alma brillar.
Ninguno de nosotros es un ángel. Nadie espera que lo seamos.
Pero sí nos volvemos perezosos. Tomamos nuestras prácticas
espirituales como un sistema de memoria. Caemos profundamente dormidos
en nuestra vida diaria. Así que vamos a despertar. Vamos a recordar esta
semana que el universo es un espejo, y si despertamos y comenzamos a
actuar en beneficio de la Luz, despertaremos a la Luz en nuestro
beneficio también.
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