"Doy los milagros que he recibido."
Nadie puede dar lo
que no ha recibido; para darlo, es preciso tenerlo antes. En este punto,
las leyes del mundo y el Cielo coinciden; pero difieren en creer que,
para el mundo, para poseer algo es necesario conservarlo; mientras que
para la salvación es lo contrario: al dar algo es como reconoces haberlo
recibido. Es la prueba de que lo que das, es tuyo. La visión de Cristo
es un milagro: refleja el Amor eterno; representa al cielo. La Visión de
Cristo es el milagro del cual emanan todos los demás; es su fuente, y
aunque permanece en cada milagro que das, sigue siendo tuya. Cristo no
ve pecados en nadie, y todos son por igual incapaces de pecar. Su Visión
es el puente entre estos 2 mundos. Y su poder te sacará de este mundo,
llevándote a otro santificado por el perdón. Aquí se repara y renueva al
mundo, bajo una nueva luz. En su visión hay un caudal de milagros
inagotables desplegados ante vos para que los des. ¿Cómo no serías
merecedor de estos regalos, si Dios mismo dispuso que te sean dados?
Cristo soñó el sueño de un mundo perdonado; permitámonos soñar con Él,
porque su sueño nos despierta a la Verdad, que nunca perdimos, sino que
sólo la olvidamos.
Siguiendo el Esquema de trabajo que establecimos, decite a vos mismo: "Doy los milagros que he recibido."
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