"El perdón es la llave de la felicidad."
Esta es la
respuesta a tu búsqueda de paz. La mente que no perdona vive
atemorizada, está triste y sin esperanza de liberarse del dolor; está
atormentada por la duda, confundida respecto a sí misma. No ve errores,
sino pecados; contempla sus propias proyecciones alzarse en contra de
ella. No le da margen al Amor para que sea lo que es, desplegando sus
alas y remontándose por encima de la confusión del mundo. El perdón es
algo que se adquiere; no es inherente a la mente, que no puede pecar.
Del mismo modo que el pecado es una idea que creaste, y te enseñaste a
vos mismo, el perdón es algo que tenés que aprender del Maestro que es
tu Ser.
Cada mente que no perdona, te brinda la oportunidad de
enseñarle a la tuya cómo perdonarse a sí misma. Tiene que aprender
mediante tu perdón, que se ha salvado a sí misma. A medida que enseñas
la salvación aprendés lo que es; pero no procede de vos, sino del
Maestro que se te dio para mostrarte el camino.
Hoy, nuestra práctica consiste en aprender a perdonar. Hoy podés aceptar la llave de la felicidad y usarla en beneficio propio.
Sesiones
largas: 10 minutos a la mañana, 10 minutos a la noche usaremos para
aprender cómo otorgar perdón y cómo recibirlo. Practicaremos el perdón
con alguien que consideres tu enemigo, y con alguien que consideres tu
amigo, para poder verlos a ambos como uno solo. Comenzá pensando en
alguien que no te cae bien o parece irritarte, con quien lamentes
encontrarte; seguro, ya sabés de quién se trata. Cerrá los ojos y
contemplalo por un rato. Tratá de percibir un atisbo de luz en él, una
chispa de luminosidad brillando a través de la desagradable imagen que
formaste de él. Luego, tratá de que esa luz se expanda hasta envolver a
esa persona, transformando su imagen en algo bueno y hermoso.
Contemplalo así por un rato. Luego, traé a tu mente la imagen de un
amigo, y tratá de transferirle a él la luz que viste en quien antes era
tu "enemigo". Percibilo como algo más que un amigo. Permití que te
ofrezca la luz que ves en él, y dejá que tu amigo y tu "enemigo" se unan
para bendecirte con lo que vos les diste. Ahora sos uno con ellos, y
ellos con vos. Ahora te perdonaste a vos mismo.
Sesiones cortas:
Recordá a lo largo del día, cuando el reloj dé la hora, decir para tus
adentros: "El perdón es la llave de la felicidad. Despertaré del sueno
de que soy mortal, falible y lleno de pecado, y sabré que soy el
perfecto Hijo de Dios".
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