"Yo soy la luz del mundo."
Hoy haremos tantas sesione como sea
posible, pero que ninguna exceda 1 ó 2 minutos de duración. Sobre todo,
asegurate de comenzar y terminar el día con una sesión. (estas 2 pueden
ser más largas) Empezá cada sesión diciéndote a vos mismo: "Yo soy la
luz del mundo. Esa es mi única función. Por eso es que estoy aquí" Si es
posible con ojos cerrados, dejá venir pensamientos afines. Si tu mente
se aparta, repetí la frase.
Esta idea es lo opuesto al orgullo o
arrogancia: Nadie, sino el Hijo de Dios, puede ser la luz del mundo.
Esto confunde al ego, que cree ver en ella la auto-glorificacion; pero
el ego confunde humildad con autodegradación. La humildad consiste en
aceptar el papel que Dios te dio en la salvación; este papel te ha sido
asignado por Dios. Es su voz la que te dice esta verdad.
Esta idea va
más allá de la mezquina opinión que tu ego tiene de vos y de tu
propósito. Es el primero de una serie de pasos gigantescos que daremos
en las próximas semanas.
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