"Dios es la luz en la que veo".
Hoy precisamos, como mínimo, 3
sesiones de práctica de 3 a 5 minutos cada una (se recomienda
enfáticamente que le dediques más tiempo, sobre todo si no sentís
tensión) además de repetir la idea a menudo durante el día con ojos
abiertos o cerrados. Pero sobre todo, decidite a no olvidarte de
hacerlo.
Prácticas largas: Con ojos abiertos, decí la idea de hoy.
Cerralos lentamente mientras la repetís varias veces. Tratá de
sumergirte en tu mente, abandonando las interferencias, sumergiéndote
más allá de ellas. Si te viene un pensamiento, no te involucres; dejalo
seguir. Estamos intentando hacer algo muy sagrado: llegar a Dios. Si
sentís resistencia o temor, hacé una pausa y repetí la idea con ojos
cerrados. La idea de hoy tendría que hacer que te sientas relajado, e
incluso hacerte sentir que te adentrás en la luz. Tratá de pensar en luz
sin forma ni límites.
La idea de hoy es una continuación de la
anterior, pero le agrega otra dimensión: no podemos ver en la oscuridad,
ni fabricar luz. La luz y la vida son inseparables; son diferentes
aspectos de la creación. Para poder ver, debemos reconocer que la luz se
halla en nuestro interior, y no afuera. Esta luz está siempre con
nosotros, haciendo que la visión sea posible siempre. Hoy intentamos
llegar a esa luz, (y aprovechamos para entrenar nuestra mente) Dios es
la luz en la que vemos, estamos intentando llegar a él.
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