"Tu gracia me es dada. La reclamo ahora."
Dios nos
habla. ¿No deberíamos acaso nosotros hablarle a Él? Dios no es algo
distante, no se oculta de nosotros. Está siempre accesible, y Ama a su
Hijo. De nada, excepto de ésto se puede estar seguro, pero con esto
basta. Lo ama aún cuando su mente duerma; y cuando su mente despierte,
lo amará igual.
Su gracia es Su respuesta para toda desesperación, en
ella radica el recuerdo de Su Amor. Y es tuya, sólo con que la
reconozcas, y su memoria despertará en la mente que le pida los medios a
través de los cuales su sueño termina.
Hoy le pedimos a Dios este
regalo, que es el que con más celo Él conservó en nuestro corazón; por
su intermedio, Dios se inclina hasta nosotros y nos eleva, dando Él
mismo el último paso de la salvación, haciendo que las telarañas del
sueño desaparezcan, restaurando las memorias que la mente que duerme
había olvidado.
Dios ama a su Hijo. Pedile ahora que te proporcione
los medios a través de los cuales este mundo desaparece; y primero
vendrá la visión, y luego el conocimiento. En la gracia, ves una luz
envolver al mundo con amor, y el miedo borrarse de todos los rostros.
Hoy
es un día nuevo y santo, porque recibimos lo que se nos ha dado. Nos
elevamos hacia El con gratitud y Amor, y Él desciende para recibirnos,
según nos acercamos.
Digamos: "Tu gracia me es dada, la reclamo
ahora. Padre, vengo a tí, y Tú vendrás a mí que te lo pido, pues soy el
Hijo que Tú amas."
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