"Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí."
El
miedo es un extraño en los caminos del amor. Si te identificás con él,
te volvés extraño a tus propios ojos, y lo que tu Ser es sigue siendo
ajeno para la parte de vos que creés real. Si alguien viniera a
pretender ocupar tu hogar , hablando un idioma que desconocés, no le
darías cabida. En tu hogar, que Dios te dio, ¿a quién le corresponde
estar, a vos o al miedo? Y el amor y el miedo no pueden coexistir. Si
vos sos real, el miedo no puede sino ser una ilusión. Estás perdido, sin
hogar al que regresar, a menos que un milagro venga y te muestre quién
es el extraño en tu morada, donde sigue viviendo tu Ser, que no se ha
confundido. Tu Ser está tan seguro de lo que es suyo, como Dios de Su
Hijo. La certeza de Dios es suficiente: a aquel a quien reconoce como Su
Hijo, le corresponde estar donde Él lo estableció. Oí Su Voz para
asegurarte que vos no sos un extraño para Él. Hoy damos gracias de que
Cristo haya venido a buscar al mundo a los Suyos; su visión se une a
ellos jubilosamente. Ellos lo ven como a un extraño, pues no se
reconocen a sí mismos, pero a medida que le den la bienvenida, lo
recordarán, y Él los conducirá dulcemente a su hogar, donde les
corresponde estar.
Cristo no se olvida de nadie. Mas vos no podrás
recordarlo a Él hasta que contemples todo tal como Él lo hace: el que
niega a su hermano, lo está negando a Él, y se está negando a aceptar el
don de la Visión mediante el cual puede recordar a su Ser, recordar su
hogar y alcanzar la salvación.
Siguiendo el Esquema de trabajo que
establecimos, decite a vos mismo: "Yo estoy en mi hogar. El miedo es el
que es un extraño aquí."
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