"Todas las cosas son ecos de la voz que habla por Dios."
Nadie
puede juzgar basándose en pruebas parciales; y si no tenemos todos los
datos, eso es lo que hacemos: dar una opinión basada en la ignorancia y
la duda. Además, no ponemos en tela de juicio el mundo que vemos, pese a
habernos dado cuenta hace rato que los sentidos engañan. Muchas veces
se nos ha exhortado a que nos abstengamos de juzgar, no por negar un
derecho ni por un tema ético: no podemos juzgar, porque nos basamos en
la ilusión del ego y nuestros sentidos físicos. Empezá a descreer de los
juicios y las pruebas que el ego te presenta, para confiar en la Voz
que te habla por Dios, que reconoce sólo lo que Dios ama; que sólo puede
deleitarse en la Certeza de su Perfecta Impecabilidad instalada en
todos sus Hijos. ¿Cómo podrían los pecados o las injusticias ser reales?
Ello implicaría un Dios que las acepta y las contempla; por eso son
sólo ilusiones del ego. Dios te concede una visión que va más allá de
esas ilusiones, y te permite contemplar a Cristo en todas ellas. Y verás
el amor en el odio, y lo puro en el pecado, reinterpretando todos los
sueños fútiles. Esa es su resurrección. Así verás a Cristo en todo, y
oirás en todo el eco de la Voz de Dios.
Sesiones largas: Por 15
minutos al despertar, y 15 más antes de dormir, practicaremos sin
palabras. Sólo repetí la idea de hoy, y luego pasá en silencio ese
tiempo, ofreciéndole a Dios todos los pensamientos que acudan a tu
mente; Él te los devolverá en forma de milagros. Así desaparecen las
fantasías y lo que queda se unifica en el Pensamiento perfecto de Dios,
que ofrece su perfección. Esta es tu Pascua. Ahora, elevá tu mente
resurrecta para que el mundo se redima.
Sesiones cortas: Cada hora,
recordá a Aquel que es la salvación y liberación. Así comenzamos a
llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la Verdad no hay
ilusiones, y la paz de Dios les pertenece a todos.
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