"La voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad"
Hoy continuamos
con el tema de la felicidad. Aún creemos que es la salvación requiere
que "suframos" como penitencia a nuestros pecados. No es así, pero no
podrás cambiarlo hasta que dejes de creer que el pecado es real y que
realmente el Hijo de Dios puede pecar. Si el pecado fuera real, el
castigo sería justo, y la felicidad no puede ser sino una ilusión, y la
salvación tendría que ser por medio del dolor. ¿Quién buscaría un
castigo así? ¿Quién no huiría de la salvación, que tendría que implicar
dolor y sufrimiento?
Hoy necesitamos las sesiones de práctica que nos
enseñan que el pecado no es real, y que el dolor y sufrimiento carecen
de causa. Aceptá la Expiación: el pecado no existe. La dicha es justa, y
el dolor no es sino una señal de haberse equivocado con respecto a uno
mismo.
Sesiones largas: Por 5 minutos al comienzo de cada hora,
comenzá repitiendo "La voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.
El pecado no existe ni tiene consecuencias" Luego intentá encontrar la
dicha que estos pensamientos le darán a tu mente. Entregá gustosamente
estos cinco minutos por hora para librarte de la pesada carga que te
echaste encima al creer que el pecado es real, que puede existir.
Escapate hoy de la locura. Estás firmemente plantado en el camino que te
lleva a la libertad, y esta idea te da alas para acelerar tu progreso, y
esperanza para que vayas deprisa a la meta de paz que te espera.
Sesiones
cortas: Repetí tan a menudo como puedas: "La voluntad de Dios para mí
es perfecta felicidad. Esa es la verdad, porque el pecado no existe"
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