"Mi salvación procede de mí."
Toda tentación no es más que una
variante de la tentación de no creer la idea de hoy. Pero si la creemos,
nada externo a vos puede salvarte... pero tampoco puede dañarte, ni
perturbar tu paz. Esta idea te pone a cargo del Universo; aceptarla es
la salvación.
Pácticas largas: (2 de 10 min: vos decidís cuándo)
Consisten en reconocer que nuestra voluntad y la de Dios coinciden en
ésto: Dios quiere que sanemos, y nosotros no queremos estar enfermos,
pues eso no nos hace felices. Al aceptar la idea de hoy, estamos de
acuerdo con Dios. Comencemos repitiendo la idea de hoy, y añadiendo
ideas afines: "Mi salvación procede de mí. No puede provenir de ninguna
otra parte"
Con ojos cerrados, por varios minutos revisá las fuentes
externas que en el pasado creíste que tenían la salvación para vos.
Luego decite: "Mi salvación no puede proceder de ninguna de estas cosas.
Mi salvación procede de mí y sólo de mí."
Tratá ahora de llegar
nuevamente a la luz en vos. Recordá que la luz está detrás de las nubes
de las ilusiones; usá cualquier medio que te atraiga para atravesarlas. Y
recordá que Dios te lleva de la mano, que te está guiando.
Sesiones
Cortas: (y frecuentes) Recordate que la salvación procede de vos, y que
nada, excepto tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso.
Repetí: "Mi salvación procede de mí . No hay nada externo a mí que me
pueda detener. En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía
propia."
No hay comentarios:
Publicar un comentario