"Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad".
Dos minutos por sesión, que pueden reducirse a uno en caso de incomodidad. Hacer seis sesiones de práctica en el día.
Repetí
mentalmente la frase y luego cerrá los ojos y buscá aquellas
situaciones no resueltas en tu vida, cuyos desenlaces te inquietan (sea
por depresión, ansiedad, enojo, etc.) No utilices muchos en cada sesión.
Primero, nombra la situación: "estoy preocupada acerca de ...." Luego
examina los posibles desenlaces "temo que pueda ocurrir .... y ...."
cinco o seis posibilidades desagradables; luego decí: "este pensamiento
es un ataque contra mí mismo." Concluye cada sesión repitiendo para tus
adentros la idea de hoy.
Si no puedes ser atacado, es porque eres
invulnerable: a menos que creas ver en el ataque una amenaza real. Si
creés que podés atacar, el resultado es que podrías ser atacado. Si
temés ser atacado, no podés ser invulnerable: ambas ideas se
contraponen. Los pensamientos de ataque hacen que seas vulnerable en tu
mente, que es donde se generan estos pensamientos. Su efecto no es otro
que debilitarte a VOS. Tu vulnerabilidad o invulnerabilidad depende de
tu propia mente.
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