jueves, 19 de enero de 2012

Lección 58

"Mi santidad envuelve todo lo que veo".
De mi santidad procede la percepción del mundo real. Habiendo perdonado, a mí y al mundo, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la inocencia.
"Mi santidad bendice al mundo.". La percepción de mi santidad hace que yo y todo lo que veo sea incluido en la luz. A medida que reconozco mi santidad, la del mundo se alza resplandeciente.
"No hay nada que mi santidad no pueda hacer". El poder curativo de mi santidad es ilimitado, tal como su poder. Sólo me tengo que salvar de las ilusiones, que son falsas ideas acerca de mí, y mi santidad las desvanece al afirmar lo que en verdad soy.
"Mi santidad es mi salvación.". Ella me absuelve de toda culpa. Reconocerla es reconocer mi salvación, y entonces nada podrá atemorizarme. Así todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que me hizo Dios a mí y al mundo.
"Soy bendito por ser un Hijo de Dios.". En esto reside mi derecho a lo bueno; me pertenece porque así lo quiso Dios. Él me sustenta, me protege me dirige y me cuida en todo.

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