martes, 17 de enero de 2012

Lección 56

"Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad". 
 Todas mis esperanzas y planes parecen estar a merced de un mundo que no puedo controlar, donde acechan el dolor, la muerte, la desdicha. Sin embargo, la seguridad perfecta y la plena realización son mi herencia; y mis pensamientos reales me la mostrarán porque Dios la resguardó para mí
"Por encima de todo, quiero ver". Al reconocer que lo que veo es un reflejo de lo que creo ser, me doy cuenta de que mi mayor necesidad es la visión. Si voy a recordar quién soy, es primordial que abandone una imagen temerosa de mí mismo; y a medida que esta imagen sea reemplazada por la verdad, se me concederá la visión. Así contemplaré al mundo y a mí con claridad y amor.
"Por encima de todo, quiero ver las cosas de otra manera". El mundo que veo mantiene la imagen que forjé de mí mismo y mantiene su vigencia. Mientras lo siga viendo, la verdad no puede alborear en mi conciencia. Dejaré que se abra la puerta que está más allá de este mundo, para poder ver el mundo del Amor de Dios.
"Dios está en todo lo que veo " Tras cada imagen que forjé, se halla la verdad: mi voluntad unida a la de Dios. Dios sigue estando en todas partes y en todas las cosas eternamente, y nosotros, por ser parte de Él, reconoceremos la verdad que yace más allá de las apariencias.
"Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente." Oculto por mis pensamientos de separación y ataque, está el conocimiento de que todo es uno eternamente. Yo no perdí el conocimiento de quién soy por haberlo olvidado; ha sido resguardado para mí en la mente de Dios. Y yo soy uno con Él.