sábado, 15 de octubre de 2011

LA VERDAD ES UN PRINCIPIO SOBERANO

Por Gandhi

Todos sus estudios serán en vano si al mis­mo tiempo no edificas tu carácter y lograr la maestría de tus pensamientos y acciones.

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Cualquier coerción sólo puede desem­bocar en el caos: quien la práctica es cul­pable de violencia deliberada. La coerción es inhumana.

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Para mí, la verdad es un principio sobera­no, que abarca una amplia variedad de otros principios. Esta veracidad no se refiere ape­nas a la palabra, sino también a los pensa­mientos, y no sólo a la relativa verdad de nuestra concepción, sino a la verdad abso­luta, el principio eterno, o sea, a Dios.

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Resulta difícil definir a Dios, pero la de­finición de la verdad está inscripta en el corazón de cada cual. La verdad es lo que cada uno considera verdadero en este con­creto instante. Ese es su Dios. Si un hom­bre adora esa verdad relativa, con seguri­dad, al cabo de cierto tiempo, llegará a la verdad absoluta, o sea, a Dios.

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Satyagraha, la desobediencia civil y los ayunos no tienen nada en común con el uso de la fuerza, velada o abierta.

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Existen innumerables definiciones de Dios, ya que sus manifestaciones son ili­mitadas. Todas ellas me colman de admi­ración y de temor; algunas veces, por un instante, me causan estupor. Pero yo no venero a Dios más que bajo su aspecto de verdad. Todavía no lo he hallado, pero mi búsqueda prosigue. Para llegar a él, estoy dispuesto a sacrificar lo más querido. Si tu­viese que sacrificar mi vida, creo que esta­ría dispuesto a ello. Pero mientras no logre descubrir la verdad absoluta, deberé seguir siendo fiel a la verdad relativa, así como se me presenta.

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Dios no se encuentra en el cielo ni en el infierno, sino en cada uno de nosotros. En consecuencia, podré ver algún día a Dios, si me consagro al servicio de la humanidad.

Satyagraha es un proceso de educar a la opinión pública, que abarca todos los ele­mentos de la sociedad y que al final se vuelve irresistible… Jamás promueve la venganza: sostiene la conversión, no la destrucción. Sus fracasos se deben a las fragilidades del satyagrahi [defensor no violento de la verdad), no a defecto algu­no de la ley en sí.

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